Mc sigue una exposición lineal bastante clara; su esquema se
basa en una sucesión de hechos significativos que construyen un cuadro
abreviado, pero coherente, de una realidad más extensa.
En Mc, la figura de Jesús no se expresa a través de
discursos como el sermón del Monte (Mt 4,25-8,1; Lc 6,17-7,1); se va revelando
en su acción y en sus respuestas ocasionales. En su vida no aparece un plan
preconcebido, sino un intercambio continuo con la realidad que lo rodea, un
diálogo de acción y de palabra.
El propósito de Me es mostrar que Jesús es «el Hombre» ( el
Hijo del hombre), es decir, que en él se realiza la plenitud humana, y que «el
Hombre» es el Mesías Hijo de Dios, por oposición al Mesías Hijo de David de la
expectación judía: la figura del verdadero Mesías no corresponde a la dibujada
por la elucubración rabínica. El contraste entre las dos concepciones del
Mesías se refleja en la oposición entre la universalidad del reinado de Dios
(Mesías Hijo de Dios) y el particularismo judío (Mesías Hijo/sucesor de David),
que esperaba la restauración de Israel en situación de privilegio respecto a
los demás pueblos. Es continua la insistencia de Me sobre la universalidad del
Reino y la consiguiente igualdad de todos los pueblos y hombres respecto a la
salvación. Desaparece el privilegio de Israel y su calidad de pueblo escogido.
De la antigua elección queda solamente el hecho de ser invitado al Reino en
primer lugar, antes que las naciones paganas, pero debe aceptar su condición de
igualdad con los demás pueblos, es más, ponerse al servicio de la humanidad
entera.
A diferencia de Mareo, para quien la comunidad mesiánica,
formada a partir de judíos y paganos, constituye el nuevo Israel, en
cumplimiento de la promesa hecha a Abrahán, para Mc la comunidad mesiánica se
compone de dos grupos: el de los seguidores procedentes del judaísmo, llamados
«los discípulos» (cf. Is 53,13), que constituyen el Israel mesiánico (“los
Doce»), y los seguidores, de origen judío o pagano, que no proceden del
judaísmo. Mc distingue así una «Iglesia procedente de la circuncisión», de otra
«procedente del paganismo», distinción que aparece más tarde en la tradición
eclesiástica. Cada grupo conserva su identidad: mientras con los discípulos
emplea Jesús conceptos tomados de la tradición del AT, no así con el grupo de
los seguidores no israelitas. Es éste, representado por figuras como «la
multitud» (3,32; 5,24b; 7,14; 8,34), «el chiquillo» (9,36s; 10,13- 16) o «los
pequeños» (10,42), el que cumple las condiciones del seguimiento, y a través de
él se trasmite el mensaje.
Bajo su forma histórico-narrativa, la intención de Mc es
teológica. Sus personajes son a menudo figuras representativas; así, por
ejemplo, el leproso (1,39-45) representa a los marginados por la religión
judía; el paralítico (2,1-13), a la humanidad pecadora.
Las frecuentes prohibiciones de Jesús a los discípulos y a
otros de que publiquen una curación o revelen su calidad mesiánica se deben, no
al deseo de mantener ésta secreta, sino a la falta de comprensión de sus
interlocutores, quienes asimilan su
mesianismo a la idea popular de un Mesías nacionalista y violento.
El texto actual de Me termina con un apéndice (16,9-20), que
falta en los mejores mss. Su estilo no es de Marcos, y se inspira en relatos de
Mateo y Lucas. A veces se encuentra otro apéndice más breve, que tampoco es
auténtico.
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